Metabolismo anaeróbico aláctico:
Utilización inmediata de fosfágenos (ATP y PC o fosfocreatina). Reservas escasas. Fibra muscular. Esta escasez de reservas imposibilita continuar con la contracción más allá de unos pocos segundos. El primer combustible utilizado es el ATP disponible. Agotado el ATP se produce el desdoblamiento de la fosfocreatina muscular. Las reservas de PC en la fibra muscular son escasas aunque 5-6 veces mayores que las de ATP. Cuando la PC se ha agotado los músculos dependerán de otros procesos para la formación de ATP. 1. ATP → ADP + P + Energía + H2O (Regulada por la enzima ATPasa) 2. CP → C+p (Regulado la enzima creatincinasa) 3. ADP + P + energía → ATP
Metabolismo anaeróbico láctico:
Liberación de ATP (energía) por descomposición de la glucosa almacenada en forma de glucógeno (músculo) o en la sangre. La glucosa procede de la digestión de hidratos de carbono y descomposición del glucógeno hepático. Glucogénesis: forma de almacenamiento de la glucosa en hígado o músculos. Durante el proceso de descomposición (glucólisis anaeróbica) se produce ácido pirúvico que se convierte en ácido láctico al no haber intervención de oxígeno. Dificulta el rendimiento por su acumulación (pH intramuscular). Sin otro sistema de energía, nuestra capacidad para hacer ejercicio puede quedar limitada a unos pocos minutos.
Metabolismo aeróbico
Proceso mediante el cual el cuerpo descompone combustibles con la ayuda de oxígeno para generar energía. Producción oxidativa de ATP → Ciclo de Krebs y cadena respiratoria. Se descomponen hidratos de carbono, grasas y algunas proteínas. La glucosa se absorbe en el intestino, pasa a la sangre y de ahí a los tejidos activos donde: -Ingresa en los tejidos corporales, con la posibilidad de ser directamente oxidada, puede ser almacenada como glucógeno en la fibra muscular. -Pasa al hígado donde puede ser almacenada como glucógeno hepático o consumida. -Se convierte a ácidos grasos y engrosa las reservas de triglicéridos del tejido adiposo. Las reservas de glucógeno en el hígado y los músculos son limitadas. Dependemos de nuestra dieta para reponerlas.
– Glucólisis: En el metabolismo de los glúcidos (hidratos de carbono) la glucólisis es el proceso por el que obtiene ATP tanto por la vía aeróbica como por la anaeróbica. En la anaeróbica se produce ácido láctico y menos cantidad de ATP (3 moles ante 38 o 36 moles por vía aeróbica). El Ciclo de Krebs y la fosforilación oxidativa es la cadena respiratoria por la cual se consigue ATP por la vía aeróbica.
– Metabolismo de las grasas: Las reservas de glucógeno en el hígado y músculos pueden proporcionar de 1.200 a 2.000 kcal de energía, en cambio la grasa puede proporcionar entre 50.000 y 100.000 kcal, siendo una reserva casi inagotable. Las grasas son menos accesibles para el metabolismo porque primero deben ser reducidas desde su forma compleja (triglicéridos) a sus componentes básicos (glicerol y ácidos grasos libres), solo estos se usan para formar ATP. Las necesidades energéticas de las células de los músculos esqueléticos en reposo y con cargas ligeras, se cubren principalmente con la desintegración de las grasas.
Las fosas nasales: Junto con la cavidad bucal, son la vía de entrada del aire al organismo. Están formadas por unas estructuras recubiertas de mucosa que tiene triple función: calentar el aire, filtrar las partículas sólidas que contiene y humidificar la zona
La faringe. Comunica con la laringe y el esófago. Se trata de un tubo en el que convergen el aparato digestivo y el aparato respiratorio. La epiglotis regula el paso hacia uno u otro conducto.
La laringe. Es un tubo muy corto, cubierto de mucosa, que permite el paso de aire hacia la tráquea. En su interior se alojan las cuerdas vocales.
La tráquea. Es un tubo elástico y flexible de unos once centímetros, cubierto por mucosa y formado por una serie de anillos en forma de C unidos por ligamentos y músculos. Acaba bifurcada, dividiéndose en los dos bronquios. Gracias a ella el aire pasa de la laringe a los pulmones.
Los bronquios. Son los dos tubos que penetran en los pulmones y conducen el paso del aire hacia ellos. Cada bronquio se ramifica formando los bronquiolos que, a su vez, se siguen ramificando hasta acabar en los sacos alveolares.
Los pulmones: Ambos pulmones están separados entre ellos por un espacio llamado mediastino (en el que se alojan el corazón, los vasos sanguíneos y linfáticos, el esófago, la tráquea, los bronquios y el timo) y se dividen en lóbulos que se separan por cisuras. Los pulmones están envueltos por una membrana, la pleura, formada por dos capas entre las que se encuentra el líquido pleural, que las lubrica. El tejido de los pulmones es esponjoso, porque se trata de una tupida red de ramificaciones que finalizan en unas estructuras microscópicas, a modo de saco, denominadas sacos alveolares. Estos sacos alojan los alveolos, unas esferas de paredes muy finas que están rodeadas de capilares sanguíneos, lo cual permite el intercambio de gases con la sangre.
DETERMINAR NUESTRAS ZONAS DE ENTRENAMIENTO La manera fiable es realizando una prueba de esfuerzo , ya que nos determinará de forma precisa e individualizada los umbrales ventilatorios 1 y 2, así como otros parámetros que nos ayudarán a establecer nuestras zonas de entrenamiento. Por otro lado, existen diferentes fórmulas indirectas, para localizar las diferentes zonas a nivel individual. Son fórmulas muy estimativas y carecen de una verdadera exactitud, por lo que recomiendo en todo caso, realizarse una prueba de esfuerzo completa. Una de las más utilizadas es la FÓRMULA DE KARVONEN
% de FC objetivo = ((FCM – FCR) × % de intensidad) + FCR
Frecuencia Cardíaca Máxima (FCMáx) = 220- Edad
Frecuencia Cardíaca de Reserva (FR) = FCMáx – FCR