Células del Tejido Conectivo

El Fibroblasto

El fibroblasto es un tipo de célula residente del tejido conectivo propiamente dicho, ya que nace y muere allí. Sintetiza fibras y mantiene la matriz extracelular del tejido de muchos animales. Estas células proporcionan una estructura en forma de entramado (estroma) a muy diversos tejidos y juegan un papel crucial en la curación de heridas, siendo las células más comunes del tejido conectivo. Se derivan de células primitivas mesenquimales y pluripotenciales. Las células estromales que potencialmente se pueden transformar en fibroblastos, osteoblastos, adipocitos y células musculares, se identifican en cultivos de médula ósea como células adherentes. Los fibroblastos son morfológicamente heterogéneos, con diversas apariencias dependiendo de su localización y actividad.

Tipos de Fibroblastos

Hay dos tipos celulares: los fibroblastos y los fibrocitos. Se distinguen gracias a que los fibroblastos son células activas con gran producción y secreción, en cambio, los fibrocitos son células con una secreción relativamente baja, aunque no son inactivas, ya que mantienen, en parte, la composición de la matriz extracelular.

En los casos de cicatrización, algunos fibroblastos incluyen miofibrillas y se denominan entonces miofibroblastos, dado que adquieren cierta similitud con las células musculares. Algunas evidencias sugieren que los miofibroblastos están en condiciones de contraerse y así desempeñar un papel.

El Mastocito

Los mastocitos o células cebadas se originan en las células madre de la médula ósea, actuando en la mediación de procesos inflamatorios y alérgicos. Se encuentran en la mayoría de los tejidos del cuerpo y sintetizan y almacenan histamina, entre otras sustancias. Presentan un núcleo central de tamaño medio, con la cromatina desespiralizada. En microscopía óptica solo se pueden distinguir en el citoplasma unos gránulos de gran tamaño, rodeados de membrana y visibles con la técnica del PAS+. Estos gránulos tienen la propiedad de ser metacromáticos, es decir, tienen la capacidad de cambiar el color del colorante con el que son teñidos. Por ejemplo, al utilizar la hematoxilina, de color azul, se puede apreciar que los gránulos se tiñen de rojo/rosa. Lo mismo pasa con colorantes como el Giemsa, el azul de toluidina y el azul de metileno.

Mediante microscopía electrónica puede observarse en el citoplasma unos pequeños vestigios de aparato de Golgi y de retículo endoplasmático rugoso (RER), no muy desarrollados. Sin embargo, esto no impide que estas células lleven a cabo una gran labor de síntesis. No obstante, es muy difícil diferenciar los gránulos de las vesículas de RER y Golgi. El contenido de los gránulos es muy denso, llegando en ocasiones a formar agregados o incluso una especie de laminillas. Su citoplasma es acidófilo con abundantes gránulos metacromáticos al azul de toluidina.

El Macrófago

Los macrófagos son unas células del sistema inmunitario, que se localizan en los tejidos procedentes de la emigración desde la sangre a partir de un tipo de leucocito llamado monocito.

El Linfocito

Los linfocitos son un tipo de leucocito (glóbulo blanco) comprendidos dentro de los agranulocitos. Son los leucocitos de menor tamaño (entre 7 y 15 μm), y representan del 24 a 32% del total en la sangre periférica. Presentan un gran núcleo esférico que se tiñe de violeta-azul y en su citoplasma frecuentemente se observa como un anillo periférico de color azul. Poseen un borde delgado de citoplasma que contienen algunas mitocondrias, ribosomas libres y un pequeño aparato de Golgi.

Los linfocitos son células de alta jerarquía en el sistema inmunitario, principalmente encargadas de la inmunidad específica o adquirida.

Estas células se localizan fundamentalmente en los órganos linfoides. Tienen receptores para antígenos específicos y, por tanto, pueden reconocer y responder al que se les presente. Por último, los linfocitos se encargan de la producción de anticuerpos y de la destrucción de células anormales. Estas respuestas ocurren en el interior de los órganos linfoides, los cuales, para tal propósito, deben suministrar un entorno que permita la interacción eficiente entre linfocitos, macrófagos y antígeno extraño. La principal causa de su aumento es el estrés.

Los linfocitos son células difíciles de catalogar según su morfología, por eso se recurre al uso de sus «CD» o cúmulo de diferenciación (del inglés Cluster of differentiation), los cuales son un conjunto de marcadores biológicos para la identificación celular.

  • Linfocitos B (bursodependientes): son los responsables de la respuesta humoral, es decir, de la producción de anticuerpos, proteínas (inmunoglobulinas) que se adhieren a un antígeno específico (al cual reconocen de manera unívoca). Son capaces de reconocer lípidos, proteínas, glúcidos.
  • Linfocitos T (timodependientes): Detectan antígenos proteicos asociados a moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC 0 CMH)
    • Linfocitos T colaboradores (en inglés «helper») o linfocitos CD4+. Reconocen antígenos presentados por el MHC-II. Se les denomina colaboradores porque están involucrados en la activación y dirección de otras células inmunitarias.
    • Linfocitos T citotóxicos o linfocitos CD8+. Reconocen péptidos presentados por MHC-I y tienen capacidad lítica.
  • Células asesinas naturales, Natural Killer (NK) o linfocito grande granular. No tienen marcadores característicos. Participan en la inmunidad innata, con la capacidad de reconocer lo «propio» y también tienen propiedades líticas.

El Adipocito

Las células adiposas, adipocitos o lipocitos son las células que forman el tejido adiposo. Son células redondeadas, de 10 a 200 micras, con un contenido lipídico que representa el 95% del peso celular y que forma el elemento constitutivo del tejido graso. Su característica fundamental es que almacenan una gran cantidad de grasas (triglicéridos), que, en el caso de los adipocitos del tejido adiposo blanco (el más abundante en el organismo humano adulto) se agrupan formando una gran gota que ocupa la mayoría de la célula, desplazando al resto de orgánulos a la periferia de la célula.

Existen dos tipos de tejido adiposo, y por tanto dos tipos de adipocitos diferentes que los forman.

  • Adipocitos blancos: contienen una gran cantidad de lípidos rodeados por un anillo de citoplasma. El núcleo es plano y se localiza en la periferia. Contienen grasa en un estado semilíquido, y compuesta principalmente por triglicéridos y ésteres de colesterol. Secreta resistina, adiponectina y leptina.
  • Adipocitos marrones: tienen una característica forma poligonal, y a diferencia de los adipocitos blancos tienen una gran cantidad de citoplasma con fracciones dispersas de lípidos. Su núcleo es redondo, y aunque esté ligeramente desplazado del centro de la célula no se encuentra en la periferia. Su color marrón se origina por la gran cantidad de mitocondrias que poseen. Los seres vivos utilizan el tejido adiposo formado por estos adipocitos para mantener la temperatura.

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