Guano: Historia, Extracción y el Impacto en las Aves Guaneras del Perú

GUANO

El guano, palabra que proviene del quechua wanu, era utilizado por los antiguos peruanos desde tiempos inmemoriales. Cosechado y almacenado en lugares especialmente acondicionados en la costa (en las llamadas collcas), era transportado a los valles de las serranías y empleado para la fertilización de los campos de cultivo que alimentaban a la población del Imperio Incaico.

A mediados del siglo XIX, al llegar los primeros investigadores a las costas del Perú, las deposiciones de las aves guaneras, principalmente guanayes, pelícanos y piqueros, habían formado una capa de guano que sobrepasaba los ¡cincuenta metros de altura! sobre las islas y puntas inaccesibles del litoral. La extracción del singular fertilizante, considerado treinta veces más eficaz que el estiércol de ganado (con un contenido de 16,21% de nitrógeno), alcanzó entonces proporciones descomunales.

El guano de isla parecía inagotable. Miles y miles de toneladas eran extraídas y exportadas a Europa mientras los gobiernos de turno se enriquecían a un ritmo impresionante. El Perú se sobrepuso así de una dura crisis que lo había azotado desde hacía varias décadas. Sin embargo, con el paso de los años y el desarrollo de una intensa actividad pesquera, sin limitaciones ni planificación a futuro, se fueron diezmando los grandes cardúmenes de anchoveta que poblaban los mares peruanos, principal alimento de las aves, reduciéndose drásticamente la producción del preciado abono.

En la actualidad, el guano sigue siendo explotado, pero la recolección debe realizarse cada seis años, período necesario para formar una delgada capa, de apenas unos centímetros, que justifique la extracción.

Islas Habitadas por Aves Guaneras

Si bien la población de aves guaneras en las islas Ballestas, ubicadas frente a la provincia de Chincha, está muy lejos de sus niveles históricos, los especialistas observan un ligero pero esperanzador incremento en su número. Caminando por la blanca superficie de la playa, sentimos el viento del mar que nos trae un lejano pero constante murmullo. De pronto, un ensordecedor griterío nos anuncia la presencia de los animales; al trasponer la pequeña loma que divide la isla, uno queda atónito ante decenas de miles de aves que levantan vuelo, sorprendidas por la presencia humana.

Miles de nidos de guanay, como pequeños cráteres circulares, se aprietan unos contra otros aprovechando hasta el más mínimo espacio disponible en la explanada. En las partes más densas, existen hasta tres nidos por metro cuadrado. El lugar es, sin duda, una guardería de proporciones gigantescas. Al nacer los polluelos, se agrupan instintivamente como medida de protección, llegando hasta doce a compartir la misma superficie.

En los bordes abruptos de la isla, donde las olas se estrellan contra las rocas, se elevan curiosas figuras en forma de zócalos ondulados y largas estalactitas: son los depósitos de guano, que debido a la escasez de lluvias llegan a formar extraños diseños. Tales lugares son aprovechados por los piqueros para construir sus nidos, sencillos y austeros, con plumas, algas y uno que otro objeto de los alrededores.

Los pelícanos, por su parte, son menos exigentes en cuanto a la calidad del nido. A menudo emplean cualquier depresión natural en el terreno para poner un único huevo, al que protegerán durante unas cuatro semanas. Al nacer, el polluelo crecerá y engordará llegando a alcanzar el tamaño y peso de sus padres, pero deberá permanecer en el nido durante unas seis semanas, hasta estar listo para seguir a sus progenitores.

Cómo Pescan las Aves Guaneras

Los piqueros, alcatraces y pelícanos capturan sus presas desde el aire, lanzándose en picada y zambulléndose para atrapar con su pico anchovetas que, desprevenidas, nadan cerca a la superficie. En ocasiones, algunos piqueros logran realizar clavados perfectos sobre el mar, llegando a alcanzar profundidades de hasta siete metros en las frías aguas. El guanay, en cambio, debe bucear para conseguir alimento, sin ser por ello menos efectivo en la pesca.

Los pelícanos, aves de apariencia desgarbada y torpes en tierra, son extraordinarios voladores, pudiendo recorrer más de ochenta kilómetros al día en busca de los grandes cardúmenes. Son bien conocidas sus impecables formaciones en “V” y sus sorprendentes vuelos rasantes sobre las olas, justo antes de que éstas revienten contra la playa o contra las rocas.

Amenazas a las Aves Guaneras

La mayor amenaza para las aves guaneras es el hombre, quien acaba con su fuente de alimento y destruye sistemáticamente sus lugares de reproducción. Cada cierto tiempo, las islas son invadidas por legiones de “guaneros” que permanecen en ellas durante las semanas que dura la extracción manual del fertilizante. Llegan incluso con sus vacas y gallinas destruyendo y contaminando el lugar.

Las aves, sin embargo, cuentan con otros enemigos. Durante la estación de cría, los padres deben permanecer en el nido, pues las voraces gaviotas acechan para robar sus huevos o devorar a los polluelos tiernos. Los halcones peregrinos llegan también desde sus residencias de verano en Norteamérica para alimentarse de los animales más jóvenes y débiles, eliminando así el riesgo de males hereditarios y epidemias en la población. Finalmente, las pequeñas garrapatas, llamadas chuchuyes por los pobladores costeños, cobran su cuota de víctimas cada año. Atacan a los polluelos y les extraen la sangre, debilitándolos y llegando a producir la muerte de cientos de ellos.

Garrapatas y Lagartijas: Un Control Biológico Fallido

En algunas islas, el problema llegó a ser tan grave que puso en peligro poblaciones enteras de piqueros o guanayes. Curiosamente, otros lugares poseían índices de parasitismo mucho menores. Al investigarse la causa, se descubrió que la razón era la presencia de lagartijas en el área. Los reptiles, al alimentarse de las garrapatas, reducían su número hasta niveles tolerables por las colonias de aves.

Se intentó introducir estos animales en las islas más afectadas, pero no hubo resultados positivos. Una y otra vez, las lagartijas llevadas a las islas infestadas morían de hambre, aun cuando aparentemente se encontraban en una “despensa” repleta de alimentos. Las causas del fracaso son aún un enigma.

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