Neodarwinismo y la Síntesis Evolutiva Moderna

Neodarwinismo

A pesar de la contribución de Darwin al pensamiento evolucionista, su teoría no podía dar una respuesta satisfactoria a los interrogantes de cómo se transmiten los caracteres hereditarios de generación a generación, o cuál es la causa de la variabilidad de las poblaciones sobre la cual actúa la selección natural. La evolución es un fenómeno de poblaciones; no es el individuo el que evoluciona, sino la población, ya que es aquí donde se presenta la variabilidad génica que permite actuar a la selección natural.

Hubo que esperar al siglo XX para que se llevara a cabo la síntesis entre la teoría de la selección natural darwiniana, la genética mendeliana y la teoría cromosómica de la herencia, lo que dio origen a la genética de poblaciones: así nació el neodarwinismo o teoría sintética de la evolución.

Consanguinidad

La consanguinidad hace referencia al grado de parentesco génico entre dos individuos que proceden de un antepasado común. Si en este antepasado se produjo una mutación patológica recesiva, lo normal es que se haya transmitido a los descendientes más inmediatos, convirtiéndolos, al menos, en portadores. El problema de las uniones consanguíneas, como por ejemplo entre primos hermanos (que comparten en común una pareja de abuelos y, por tanto, comparten la octava parte de sus genes) es que aumenta el riesgo de engendrar hijos afectados por alguna anomalía que se manifiesta cuando el hijo hereda el alelo mutado en homocigosis recesiva.

Aciertos

  • Contar el número de descendientes en cada cruzamiento y aplicar el cálculo matemático para analizar los datos obtenidos.
  • En los cruzamientos experimentales, se deben calcular las frecuencias observadas de cada fenotipo para compararlas con las frecuencias esperadas o probabilidades teóricas.

Los resultados deducidos del cruzamiento anterior se cumplen en todos los casos que traten de la transmisión de un carácter regido por un gen con dos formas alélicas y herencia dominante.

Precámbrico

Eón Hádico

Comienza con la formación de la Tierra (hace 4550 m.a.) y es el más desconocido; en él tuvo lugar la formación de los primeros núcleos continentales y de los primitivos océanos, en los cuales transcurrió la evolución química abiótica precursora de las primeras formas de vida, que fueron células procariotas.

Eón Arcaico

Hace unos 3800 m.a. comenzó el eón Arcaico y con él da comienzo también la actividad tectónica de la Tierra. La aparición de la vida no se hizo esperar, ya que a partir de LUCA surgieron los primitivos procariotas representantes de los dominios Bacteria y Archaea; en primer lugar hicieron su aparición las bacterias anaerobias, más tarde aparecieron las cianobacterias fotosintéticas y, posteriormente, las bacterias aerobias.

Eón Proterozoico

La larga vida solitaria de las bacterias duró unos 2000 m.a., hasta que a mediados del eón Proterozoico, hace 1800 m.a. hicieron su aparición, tras un proceso de evolución simbiótica, las primeras células eucariotas representantes del reino Protoctista (algas y protozoos). La actividad de los organismos fotosintéticos (cianobacterias y algas) fue la causa del aumento gradual del oxígeno atmosférico y de la disminución del dióxido de carbono.

A finales del Proterozoico, hace unos 610 m.a., la concentración de dióxido de carbono atmosférico, sustraído por los organismos fotosintéticos, alcanzó niveles extraordinariamente bajos. Esto causó la disminución del efecto invernadero y enfrió notablemente el clima terrestre. La brusca bajada térmica estuvo a punto de congelar completamente el planeta y dio lugar al denominado «efecto bola de nieve», ya que gran parte de la superficie terrestre se congeló, quedando solo una estrecha franja sin congelar en el ecuador. Esta catástrofe ambiental supuso un gran estrés ecológico para los organismos eucariotas que no se extinguieron, los cuales acumularon numerosas mutaciones, provocadas por las condiciones ambientales extremas, que generó gran diversidad génica. A finales del Precámbrico, hace unos 580 m.a., se habían sentado las bases para la aparición, después de la gran glaciación, de los primitivos animales miembros del reino Animalia, representados por los fósiles de la fauna de Ediacara, que son animales invertebrados de cuerpo blando, como Charniodiscus, de aspecto frondoso, y Spriggina, con el cuerpo aplanado. Más tarde hacen su aparición pequeños animales con concha, agrupados en la fauna Tommotiense, como Anabarites, de aspecto tubular. La mayoría de estos organismos desaparecieron gradualmente a finales del Precámbrico.

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