El sistema circulatorio:
Todo sistema circulatorio consta de tres elementos indispensables:
Sangre
Fluido que actúa como medio de transporte.
Vasos sanguíneos
Conjunto de conductos por donde circula la sangre.
Corazón
Una bomba impulsora que hace circular la sangre.
En los vertebrados el sistema circulatorio tiene las funciones de:
-Participar en el intercambio gaseoso externo e interno y transportando los gases (oxígeno y dióxido de carbono) desde las superficies respiratorias hasta las células.
-Transportar y distribuir los nutrientes incorporados a partir del sistema digestivo hacia cada célula corporal.
-Conducir los productos de desecho celular hacia los lugares adecuados para su eliminación al exterior (por ejemplo al sistema excretor).
-Transportar diferentes sustancias químicas que funcionan como mensajeras (hormonas) entre las diferentes partes del cuerpo.
El corazón:
Es un órgano muscular formado por varias cámaras. En el caso del hombre y en el resto de los mamíferos, el corazón tiene cuatro cavidades o compartimentos. Las cavidades superiores se denominan aurículas y las inferiores ventrículos.
La sangre que ingresa a una aurícula luego pasa al ventrículo. Entre ambas cámaras existen compuertas o válvulas que impiden el retroceso de la sangre durante las contracciones.
El ciclo cardíaco:
El corazón debe contraerse rítmicamente para asegurar un flujo constante de sangre a lo largo del circuito. El músculo del corazón, llamado miocardio, posee un grupo de células especiales que tienen la propiedad de realizar contracciones en forma automática y sincronizada, que se denomina “marcapasos natural”.
Sin embargo, la frecuencia de las contracciones (frecuencia cardíaca) está controlada por el sistema nervioso.
De esta manera, las diferentes situaciones a las que se ve expuesta una persona pueden alterar su frecuencia cardíaca. Por ejemplo, un susto o una situación de estrés, puede producir un aumento en la frecuencia cardíaca. La frecuencia normal del corazón es de 60 a 85 pulsaciones por minuto. Por debajo de esta cantidad se habla de bradicardia, por encima, taquicardia.
La contracción de las paredes de las cavidades del corazón se denominan sístole. Los períodos de relajación de las mismas se llaman diástole. Es decir que a cada sístole auricular, que impulsa la sangre hacia los ventrículos, le sigue la diástole de las aurículas. Una vez que la sangre está en los ventrículos, ocurre la sístole ventricular que impulsa la sangre fuera del corazón. Más tarde, los ventrículos entran en diástole.
Los vasos sanguíneos:
En los vertebrados existen tres tipos de vasos sanguíneos. Estos conducen la sangre desde y hacia el corazón y se los clasifica en:
Arterias:
Se originan a partir de los ventrículos. Conducen la sangre desde el corazón hacia el resto del cuerpo. Poseen una gruesa capa muscular que con su contracción colabora en dar impulso a la sangre para que circule a lo largo del cuerpo. Se ramifican en vasos más pequeños llamados arteriolas.
Venas:
La sangre retorna al corazón por las venas y llega a las aurículas. Tienen paredes más delgadas y elásticas que las arterias. Cuando son más delgadas se denominan vénulas. Poseen válvulas que impiden el retroceso de la sangre. Cuando alguna de estas válvulas deja de funcionar correctamente la sangre se acumula y dificulta la circulación. Se forma una várice.
Capilares:
La sangre circula desde las arterias hacia las venas. Las paredes están formadas por una sola célula de espesor. Aquí se produce el intercambio de gases y el pasaje de nutrientes y desechos. Forma una red que comunica las arterias con las venas.
Los caminos de la sangre
La sangre circula constantemente a lo largo del cuerpo, pero en el caso del hombre, como en otros mamíferos, se establecen dos circuitos principales. Uno mayor o sistémico y uno menor o pulmonar.
El sistema digestivo
Los organismos autótrofos, como los vegetales, pueden fabricar su propio alimento a partir de elementos simples del ambiente y la energía que captan del Sol. En cambio, los organismos heterótrofos (nosotros incluidos), debemos ingerir constantemente materia orgánica del medio donde vivimos para obtener la materia y energía indispensable para el mantenimiento de las funciones que permiten la vida.
El proceso digestivo:
El sistema digestivo es el conjunto de órganos que tienen las funciones de:
Ingestión: los alimentos deben ingresar al tubo digestivo a través de la boca.
Digestión: los componentes orgánicos de los alimentos deben ser degradados hasta piezas muy pequeñas.
Absorción: las moléculas pequeñas son transportadas desde el tubo digestivo hacia el interior de las células.
Egestión: los materiales no digeribles de los elementos son eliminados del cuerpo.
El tubo digestivo: El sistema digestivo es básicamente un tubo que recorre el interior del cuerpo y que presenta diferentes partes (órganos) especializadas para realizar distintas funciones.
La digestión:
Los alimentos que ingerimos contienen células animales o vegetales con las moléculas que nuestro organismo necesita. Pero para incorporarlas primero se deben degradar o romper hasta lograr un tamaño adecuado. Para ello, existen diferentes mecanismos y estructuras que llevan a cabo el proceso de digestión.
La digestión puede ser realizada de dos maneras diferentes. La digestión mecánica está llevada a cabo por los dientes y los movimientos musculares del sistema digestivo (movimientos peristálticos o peristalsis) que producen una acción de mezclado sobre los alimentos ingeridos.
La digestión química está a cargo de unas moléculas llamadas enzimas que se comportan como verdaderas tijeras que cortan en forma específica a las distintas moléculas de los nutrientes.
En el hombre la boca es el primer lugar donde ocurre la digestión mecánica y química de los alimentos ingeridos. La acción de los dientes es cortar y moler los alimentos en pequeños fragmentos. En cada especie, los dientes están adaptados al tipo de dieta. En el caso del hombre la dentadura está especializada para una dieta omnívora. Los incisivos y caninos sirven para desgarrar y cortar y los premolares y molares para aplastar y moler.
La digestión química de la boca está a cargo de una enzima, llamada amilasa salival o ptialina, que se encuentra en la saliva. Esta enzima actúa solamente sobre el almidón, un tipo de azúcar.
Los restos de alimentos que quedan entre los dientes promueven el desarrollo de bacterias que se nutren de los mismos. Los ácidos producidos por las bacterias que descomponen a los azúcares deterioran el esmalte dental y son la causa de la formación de caries. Por esta razón, se debe cuidar la higiene de nuestra boca cepillando los dientes dos o tres veces al día.
Existen tres pares de glándulas salivales (color blanco) que producen la saliva. Esta lubrica los alimentos para facilitar la deglución, disuelve algunas moléculas que, de esta manera llegan a las papilas gustativas de la lengua y contienen además enzimas que pueden matar a ciertas bacterias.
Un viaje de varios metros
Los alimentos deben recorrer un largo camino antes de ser aprovechados o eliminados por el organismo.
Luego de la deglución, el viaje del bolo alimenticio continúa por la faringe, que conecta la boca con el esófago. A partir de este último, los órganos se caracterizan por presentar una serie de movimientos rítmicos que colaboran con el transporte del alimento y en el proceso de digestión. Son los movimientos peristálticos o peristalsis.
El estómago es un saco muscular que tiene tres funciones básicas:
recibe los alimentos que llegan desde el esófago y los descarga lentamente hacia el intestino;
realiza digestión mecánica gracias a sus intensos movimientos peristálticos;
y realiza digestión química a cargo de enzimas y ácidoclorhídrico (HCl). La masa alimenticia se denomina ahora quimo.
La principal parte de la digestión ocurre en la primera porción del intestino delgado denominada duodeno. Los productos semi-digeridos que provienen del estómago son finalmente digeridos en el duodeno, tanto en forma mecánica como química, y se denomina quilo. El hígado y el páncreas vuelcan al duodeno jugos digestivos para colaborar con el proceso de degradación de los alimentos.
El hígado, el órgano más grande del cuerpo, entre sus muchas funciones, fabrica bilis que se almacena transitoriamente en una pequeña bolsita denominada vesícula biliar. La bilis no contiene enzimas pero colaboran en el proceso de digestión de los lípidos.
El páncreas fabrica el jugo pancreático, un líquido que contiene una serie de enzimas que actúan sobre glúcidos, grasas y proteínas.
Absorción intestinal:
Una vez obtenidos los productos de la digestión, en el intestino delgado se produce el proceso de absorción. Los nutrientes atraviesan la pared del intestino y finalmente llegan a los capilares sanguíneos y linfáticos que los transportarán hacia todo el organismo.
Una cuestión de superficie:
El quilo avanza constantemente a lo largo del intestino. Por lo tanto, para que la absorción sea máxima y no se pierda parte de los nutrientes, es necesaria una extensa superficie de absorción. Es decir que cuanto más largo sea el intestino, mucho mejor. Pero, la cavidad abdominal representa un límite para esto. El intestino, por una cuestión de espacio, sólo puede tener una determinada longitud.
Sin embargo, este problema es solucionado de otra manera más ingeniosa, la pared interna del intestino presenta numerosos pliegues, llamados vellosidades. Además cada célula de la pared celular presenta su membrana celular con muchos pliegues, las microvellosidades. El conjunto de estas especializaciones le otorgan una superficie interna de aproximadamente 250 m2.
El intestino grueso:
La última porción del tubo digestivo está formada por el intestino grueso. Todas las sustancias que no fueron digeridas o absorbidas atraviesan una válvula (una especie de compuerta) que separa el intestino delgado del grueso e impide el retroceso de los materiales.
En el intestino grueso se realiza la reabsorción del agua. El intestino grueso también aloja una gran cantidad de bacterias (la flora intestinal) que viven a expensas de los productos no digeridos y absorbidos.
Estos microorganismos producen una serie de vitaminas que son absorbidas por nuestro cuerpo. Esta es una relación ventajosa para ambos: las bacterias tienen un ambiente y alimento constante y nosotros obtenemos las vitaminas que, de otra manera, serían deficientes en nuestra dieta.
Finalmente, las heces o materia fecal llegan al último sector del intestino grueso, denominado recto, y son eliminadas a través del ano.